#azul demagdalia
Solo un silencio es preciso para que mi alma tiemble como una hoja mecida a la caricia del viento, para que el fondo de mis pliegues emerjan sentidos húmedos y complacientes, ardientes deseos de fuego ante la Voluntad de Tu Carne, ante el Dogma de Tu Pensamiento que es Perversión y Entrega en mí.
Azul de Magdalia
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De la Mano de Mi Maestro, Su pincel despierta en mí la sensibilidad de Su obra. Piel que se tamiza, que tiembla. Pensamiento que fluye y se eleva. Alma que se entrega a Sus Pies, rendida y perfecta.
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Encendida mi carne al suspiro de Tu Boca y se encandila con las mil lágrimas blancas el velo de mis entrañas.
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Y en el día del Señor…
Mi carne es el campo donde se eleva Su Cruz, donde el desvelo blanco cubre el infinito de mi oscuridad y en comunión, Mi Señor, bendice Su Reino.
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Mi rectitud, en el cuarto creciente de mi vertical. Ahí donde los efluvios discurren entre mis dedos cuando de Ti se trata y convierto el sendero de mis labios en la hechura de Tu Deseo cubriendo mi piel con la lascivia entregada que de Ti me inspira.
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Y en el día del Señor…
Mi desvelo es jaculatoria y plegaria de Tu Verbo, Mi Señor, cuando mi piel, esencia viva de Entrega, palpita callada ante Tu sola Presencia.
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La espera más dulce es aquella en la que mi piel se calma mientras el pensamiento aletea y mi alma se eriza sabiendo que la recompensa mayor es latir al unísono de quien percibe la Entrega como un regalo divino: Mi Señor.
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En el día del Señor…
Que el silencio de mi boca sea el beso descarnado que colme Tu Sonrisa.
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Mi rectitud, en el cuarto creciente de mi vertical. Ahí donde los efluvios discurren entre mis dedos cuando de Ti se trata y convierto el sendero de mis labios en la hechura de Tu Deseo cubriendo mi piel con la lascivia entregada que de Ti me inspira.
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